Que verdad es que la verdadera Amistad perdura en el tiempo. Nuestro compañero Pelayo Benjumea Rodríguez (Promoción 1996) nos envía una semblanza de Antonio Jesús Pardal , fallecido hace ya algunos años (28 de Enero de 2013) pero que dejó un inmejorable recuerdo entre sus compañeros.
«Pequeño Pardal «
«Érase una vez un hombre a una pelota pegado, desde el arte y la elegancia hacia el resto de las cosas.»
Es el primer día de clase de sexto de EGB, hay un repetidor que por lo visto juega bien a la pelota. Se organiza el partido en el recreo, por supuesto, me pongo en el equipo contrario del nuevo compañero y …un derroche de calidad, velocidad, clase, visión de juego, goles y pases nos deja a todos sorprendidos. Una aparición inalcanzable del que no dejaría de aprender nunca en lo deportivo y en lo humano.
Pequeño Pardal, en esta mañana agosteña, me he levantado recordándote como siempre. Tus pequeñas manos llenas de calidad humana se llenan de luz en mi memoria. Tu nobleza, en el andar por la vida, dejó una huella imperecedera. Fuiste buen hijo, hermano y amigo. Tu voz me llega por la puerta del cielo de mi infancia; te recuerdo repartiendo el juego, con un control imposible de la pelota y un pase profundo, tan hondo que se hacía el silencio. ¡Que majestad tenías hermano! Allí, donde fuimos, pasó lo mismo, nadie te olvida. Tendrás a los ángeles del cielo reventados a cachitas.
Ahora, me agarro a tu recuerdo lleno de vida y enseñanzas que enseñaré a mis hijos: ser honesto, delicado, noble, justo, valiente y tenaz en conseguir los sueños. Eras como el torero de toreros, admirado por otros buenos futbolistas.
Mezclo tanto el fútbol con tu vida, porque así eras amigo mío.
Tu recuerdo asola mis sentidos y me falta el aire en esta mañana de agosto.
«Es Domingo, a media mañana, y todos vestimos con camisa azul y blanca del Portaceli. Hay una claridad inmensa en el campo de fútbol de albero. Te acercas a mí, con tu peculiar manera de andar; se cruza una pelota y tienes que controlarla; tiras y… la pelota da en la cruceta. En ese mismo instante, el tiempo se detiene para hacerse eterno en nuestras memorias».
Dios está contigo amigo Pardal.
Pelayo Benjumea
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